Capítulo 4. El olor a libertad no vende (Croacia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina).
Apestamos. Después de más de 8 horas encima de la moto conduciendo en pleno agosto bajo un sol abrasador, nuestros cuerpos no invitan precisamente a tener un olor socialmente aceptable.
No tenemos ese aroma como el de los perfumes que anuncian en la tele con spots absurdos y voces que hablan en otro idioma muy suavemente, o el de esa chica que se bajaba la cremallera de su chaqueta marcando pechos y decía que buscaba a un tal “Jackes”. ¿Por qué lo buscará? ¿Por su buen olor? Si es motorista, lo dudo, porque el olor a libertad no vende. Bueno, sus motivos tendrá. Y seguro que el tal “Jackes” estará contento cuando ella la encuentre.
Provenientes de Bar, un pueblo de Montenegro, hemos llegado a Mostar, una ciudad de Bosnia-Herzegovina famosa por su puente sobre el río Neretva, un monumento nacional que es Patrimonio de la Humanidad que fue destruido en la guerra de los Balcanes y que volvió a reconstruirse unos años más tarde. Se trata de un lugar precioso con un centro histórico diseñado para los turistas con mil tiendas de suvenires en sus calles. No sabemos si es por el mal tiempo que hemos tenido todo el día, pero desde que cruzamos la frontera arrastramos una sensación de tristeza. No hablamos muchos entre nosotros a través de los micrófonos del casco. Las carreteras del país son casi desérticas, están llenas de cementerios, y cuando no los hay, te encuentras pequeños mausoleos de mármol en las cunetas que muestran la foto de alguien (generalmente joven) gravadas en la piedra, llenas de flores frescas que alguien acaba de colocar allí. Y una vez en el hotel, vemos que el edificio de enfrente está lleno de agujeros de bala. Si lo sumas todo, el entorno te invita a imaginar lo que sucedió en este país hace relativamente pocos años. Y lo último que te aparece en el rostro es el dibujo de una sonrisa. Si fuera un sueño, de momento lo pintaría en blanco y negro. Tiempo al tiempo.
Pero retomemos el hilo, y como leer es soñar con los ojos abiertos, te animamos a que no los cierres y dediques ocho minutos a esta cuarta crónica del viaje. Después de esquivar mariposas eslovenas, la entrada a Croacia resultó complicada. Empezamos el país visitando el parque natural de Plitvice, una belleza de la naturaleza formada por lagos y cascadas que uno no se puede perder. Pero no voy a describir el paisaje del lugar. No soy poeta. Mejor visítalo si tienes la ocasión porque lo que uno ve en este país roza lo inefable.
Un punto y aparte merece el momento de levantar la tienda de campaña. Hacía años que no montaba una. ¡Qué fácil parece en las fotos pero qué difícil es cuando estás con las manos en la masa! Pero lo más complicado no es montarla, sino desmontarla y hacerla caber en ese mini saco que aún hoy me pregunto cómo demonios la ponen ahí. Pero bueno, con un poco de trampas, al final lo logramos. ¡Ojalá estuvieran aquí el manitas de Dani para ayudarnos y a Judit para animarnos con una cerveza en la mano mientras se ríe de nosotros! Montándola me acordé de ese episodio de Los Simpsons en el que Homer se compra una piscina para montar en su jardín, y acaba montando un establo sin saberlo.
Pero lo peor del viaje hasta el momento fue lo que sucedió la mañana siguiente. De camino a Senj, a la rueda de Richard no se le ocurrió otra cosa que hacer lo mismo que el protagonista de una de las canciones de Laura Pausini: Se fue. Entre que llovía, era en bajada, hacía curva, el asfalto estaba mojado y era liso como el hielo, el neumático ya estaba gastado, el elevado peso trasero, y que por primera vez en mi vida escuchaba música dentro de un casco (en este caso era de Jason Mraz, que es más relajante que uno de los masajes de mi buen amigo Sergio Escribano), pasó lo que tenia que pasar. No estaba del todo concentrado y besamos el suelo por primera vez. Además, en la tienda de campaña había dormido poco, y ya se sabe, el sueño triplica el riesgo de accidentes de tráfico. Qué paradoja. Viviendo nuestro sueño tuvimos una pequeña pesadilla. Suerte que no corríamos mucho y que la carretera estaba sin tránsito. De lo contrario, no sé si estarías leyendo estas líneas. Por otro lado, suerte que íbamos bien equipados. A mi guante derecho se le abrió tal brecha que no me quiero ni imaginar cómo me habría quedado la mano en el caso de que no lo hubiera llevado puesto. Seguro que mi hueso habría visto la luz del día por primera vez en su vida.
Pero como lo importante es no dejar de hacer nada por miedo y siempre está permitido caerse, pero es obligatorio levantarse, incorporamos a Richard del suelo, que no fue tan difícil como imaginaba, y continuamos nuestro camino hacia Senj, que afortunadamente ya estaba cerquita.
Por lo aparatoso del accidente, la moto estaba casi perfecta. La maleta trasera y el protector frontal amortiguaron perfectamente el golpe. Richard solo perdió un trozo de intermitente y la cúpula sufrió una pequeña rayada. Serán, a partir de ahora, sus primeras cicatrices. Supongo que eran inevitables y que tarde o temprano tenían que crearse. Éstas serán las primeras huellas de nuestro sueño.
En Senj descansamos un par de días. Además de bonito y tranquilo, era buena noticia ver que los precios empezaban a disminuir, sobretodo el de las habitaciones. A medida que vas avanzando en el camino, los hoteles dejan de poseer el monopolio y empiezan a haber muchas casas particulares que alquilan sus dormitorios a muy buen precio.
Pero lo mejor estaba por llegar. Desde hace años tenía el sueño de conducir por la E65, una de las mejores carreteras de Europa para recorrer con moto. Durante horas vas resiguiendo el acantilado que corta el mar Adriático, y si vas con un casco modular y lo llevas abierto, tienes que vigilar que no te entre ningún insecto en la boca, pues es difícil cerrarla ante tal paisaje. Aunque hace un tiempo, un grupo de expertos, después de crear una fórmula matemática que tenía en cuenta las curvas, la aceleración, la velocidad y el frenado, determinaron que la mejor carretera del mundo es la N-22 que va desde Paso Da Régua a Pinhao, a medio camino entre Oporto y la frontera española, en Portugal, seguida de la «Big Sur», en California, y la A535, que atraviesa el río Dane, en el Reino Unido, esta no se queda corta. Tu moto se transforma en un pincel que va dibujando una suave línea que separa el mar de la tierra, al lado de un precipicio inacabable que en ocasiones se ensancha y se transforma en un pueblecito de mar similar dónde vivían los protagonistas de los Goonies con unas iglesias tan pequeñas y bonitas que dan ganas de vestirse de marinerito con una cinta negra atada en el cuello para volver a celebrar tu comunión en una de ellas.
Maldita mosca.
De las carreteras croatas cabe destacar dos cosas: la primera es que muchísima gente detiene su coche para mear, sin importarle que le vean. No digo que en nuestro país no suceda, pero lo cierto es que cuando se hace, la gente acostumbra a esconderse tras un matorral o tras un árbol. Aquí no. No hay problema. Y por mi parte, tampoco. Y la segunda es que en muchas de las gasolineras hay un par de chicas jóvenes ligeras de ropa que se ofrecen para limpiarte el vehículo con un cubo de agua y jabón al lado. Supongo que vivirán de las propinas que les ofrece la gente, y seguro que pueden ganar bastante, pues acostumbran a ser o bien “Defcon 1” o bien “Defcon 2”. ¿Y te preguntarás qué significa lo de “Defcon”? No hay problema. Yo te lo cuento. Desde hace años califico a las mujeres en 6 grupos, denominados “Defcon”. “Defcon 1” es guapa y simpática. “Defcon 2” es guapa y estúpida. “Defcon 3” es normal y simpática. “Defcon 4” es normal y estúpida. “Defcon 5” es fea y simpática, y “Defcon 6” es fea y estúpida. Siempre según mis gustos, claro. Y tan difícil es encontrar una “Defcon 1” como una “Defcon 6”. Pero tengo la suficiente edad para poder confirmarte que ambas existen. Hay otras maneras de calificar a los hombres y a las mujeres. Por ejemplo, la de mi amigo Francisquito, que las agrupa en 3. Pero no voy a ser yo quien lo cuente. Solo os diré que su mujer, Olguita, es del grupo 1 y se merece lo mejor. Por eso, supongo, tiene también a Francisquito.
Pero corramos un tupido velo y volvamos a lo que nos ocupa: el viaje. Y así, dibujando la costa, disfrutamos como niños hasta llegar a Split, una bonita ciudad con un centro histórico que invita a tomar muchos helados mientras andas dentro de un paisaje fabuloso. Aprovechamos que la ciudad era grande para visitar la casa BMW, donde me arreglaron el intermitente y retocaron la cúpula de Richard. Para no tener que esperar las piezas de recambio, el mecánico nos sugirió la solución de cedernos las de su propia moto. Él iría sin estas piezas hasta que le llegaran las nuevas. En un par de semanas él iría sin intermitente y un pequeño agarre metálico de la cúpula. ¡Si nos estás leyendo, mil gracias por el favor!
En Split tuvimos que arreglar un pequeño “malentendido” que se creó con la crónica 2 que acabábamos de publicar un día antes. En ella, diseñamos una esquela con nuestros nombres para expresar la idea que tanto Lore y yo empezábamos a morir porque esta nueva aventura nos iría limpiando el espíritu. El problema es que si ves una esquela en internet con el nombre de tu hija y tu yerno, y no hablas los tres idiomas oficiales de la web del proyecto (catalán, castellano e inglés), puede que entiendas lo peor. Y esto fue lo que le pasó a la madre de Lore. Al bajar de la moto, tenía 1000 llamadas de Constanza, mi suegra. La pobre, al ver la esquela, pensó lo peor. Había estado llorando toda la mañana hasta que la llamamos para tranquilizarla. Aunque ni mucho menos era esta la intención, ¿has dado alguna vez un susto a tu suegra mayor que éste? ¡Si te atreves, te reto a superarlo!
Dos días más tarde, continuamos nuestro camino por la carretera 8 dirección a Dubrovnik, otra carretera de ensueño para amantes de la moto. Y si Split ya nos gustó, Dubrovnik nos encantó. Entrar en el casco antiguo de esa ciudad medieval y perderse entre sus calles rocosas es de lo mejor que se puede hacer para evadirte de todo sin querer.
Y tres días más tarde, cuando pensábamos que ya habíamos visitado lo que más nos gustaría de Europa, entramos en Montenegro, un país totalmente desconocido para nosotros. Y se transformó, sin saberlo, en lo mejor del viaje hasta el momento. Tanto por sus carreteras como por su paisaje. Visitamos Kotor, que es parada obligatoria, y Budva, una ciudad costanera ideal para pasar unas buenas vacaciones. Nos quedamos tres días en Bar, otra ciudad costanera más tranquilita en la que aprovechamos para descansar y hacer eso que tanto me gusta en ciertas ocasiones: nada. O dicho de otro modo, playa, piscina, cervezas en chill outs, dormir y comer.
Pero no toda la estancia en ese pueblo fue tranquila. En una de las noches ocurrió algo que tarde o temprano debía pasar. Estábamos en la habitación de la casa de la familia que nos hospedaba, y oímos como a Richard le estaba molestando algo, pues activó la alarma para quejarse y avisarnos. Salí rápido de la habitación para ir directo a la calle. Paré la alarma y no había nadie. La familia con la que estábamos me dijo que un par de chicos se acercaron y la tocaron para hacerse una foto, hecho que a Richard no le gustó. La moto empieza a ser una atracción. No me quiero ni imaginar qué nos pasará con ella en la India. Pero no hace falta ir tan lejos. De hecho, la siguiente vez en oír su alarma será en Estambul, y en esta ocasión a altas horas de la noche. Pero todo a su tiempo. Ahora no toca.
Y fue en Bar donde me acordé de esa frase de John Lennon que dice “la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Pues como siempre, no es bueno generalizar y en ocasiones no es así. No tenemos otro plan mejor que este. Está pasando lo que queremos que nos pase, sin insistir en querer que pase nada más. Y vamos a dejarlo aquí. Escribir esta crónica está costando lo suyo. Tú no lo ves, pero entre palabra y palabra que tecleo espanto a una mosca que no para de aterrizar en distintas partes de mi cuerpo. Mis manos la intentan alejar como las vacas hacen con sus colas, pero ni caso. No se va. ¿Será que a ella sí le gusta el olor a libertad?
*Soñar es gratis, pero para realizar algunos, necesitas ayuda. Este trocito de sueño ha cobrado vida gracias a APIC – Asia Pacific International College, Go Study Australia, foto24 y Dynamic Line, gracias a nuestros colaboradores, y sobretodo gracias a ti. Y no lo olvides: Si puedes soñarlo, puedes hacerlo.
CURIOSIDAD.
Los ciegos sueñan. Pensar que las personas ciegas no sueñan o sueñan «en negro» es un error muy frecuente. Tanto los ciegos congénitos –es decir, de nacimiento– como los que padecen ceguera a raíz de una enfermedad o accidente sueñan. Aunque los que llegaron al mundo sin la capacidad visual desarrollada no puedan ver imágenes en sus ensoñaciones, sí que involucran en ellas otros sentidos: oído, tacto y olfato. Por su parte, las personas que perdieron la vista a lo largo de su vida sí recurren a imágenes durante sus sueños.
DEDICACIÓN.
Esta crónica está dedicada a unos amigos sin los que ahora no podrías estar siguiendo esta aventura. Son los amigos de Zoo Studio, de Vic, que diseñaron esta web. Se trata de una jaula de buenos profesionales y mejores personas. A todos ellos un abrazote de los grandes, grandes. A todos ellos y a Anna, la pareja de Gerard, los mejores amigos que tengo en Taradell y que sé que siempre tendré.
CONTACTO ÚTIL.
Apartments Mato Barisic.
Vukavarska 1/A.
20207 Mlini.
Dubrovnik.
Croatia.
Tel. +385/0/20/ 486-445.
INSPIRACIÓN: «NO ME HABLÉIS DE SUEÑOS»
No me habléis de sueños
que de eso entiendo
suerte de este estado
etéreo, intangible o escurridizo,
depende del carácter de cada uno.
No me habléis de sueños
que por ellos noche y día vivo
muy lejos de una realidad
que cada vez me gusta menos.
Y no es por huir
responsabilidades adquiridas
al menos es para sobrevivir
al sueño de la pesadilla cotidiana
que es la cruda realidad.
No me habléis de sueños
si nunca habéis soñado,
es gracias a ellos que vivo
tan alejado como puedo
de la pesada realidad.
MIQUEL MARTÍ I POL & RAFAEL SUBIRACHS.
Ens alegra veure que continueu bé i endavant, encara que amb petites incidències! Els paisatges que ens aneu ensenyant són preciosos. Salut!
Gràcies Isabel!!! De moment anem tirant endavant. Esperem que res ens pugui detenir fins arribar al destí! Una abraçada des de Goa!!!!
Estoy enganchadisimo a vuestro viaje. Gracias por compartirlo y si que estoy con vosotros, los sueños son para hacerse realidad.
Saludos
Gracias por seguirnos José! Nos encanta recibir mensajes como el tuyo! Un abrazote desde la India!