Capítulo 2. El algodón de Randall Stevens.

De los 39 doces de julio que he vivido en mi vida y los 30 que ha vivido Lore, para nosotros el de 2014 es el más especial de todos. 

Sin duda. El doce de julio de 2014 fue el día en el que Lore y yo nos montamos en la moto para empezar a recorrer los 35.000 kilómetros que separan Barcelona de Sydney. Sinceramente, no recuerdo ninguno de los otros doces de julio que he vivido antes, pero sabemos que éste no lo olvidaremos jamás.

Nunca nos habíamos fijado tan claramente en cada acto que habíamos hecho anteriormente. Oír el despertador, levantarnos, subir la persiana, almorzar, ir al lavabo, abrir la puerta con la llave… todo, era la última vez que lo hacíamos en nuestra casa. Lo que en otros días eran cosas mundanas, ese día todo recobraba un atractivo especial que agudizaba nuestros sentidos al máximo.

Las sensaciones eran agridulces. Dulces porque estábamos a punto de darle al gas a la moto y a nuestro sueño para iniciar el viaje de nuestra vida, y agrias porque con el suave movimiento de mi muñeca dejábamos atrás a toda nuestra gente, que es lo único de valor que nos queda. ¡Vete tú a saber lo que tardaremos en volver a ver a los nuestros! Son muchos años de rutina compartida, de sonrisas sinceras y de recuerdos inmortales, y sabemos que tardaremos mucho a volver a vernos. Sin embargo, la experiencia también me dice que esta misma distancia puede incluso unirnos más. En ocasiones, cuanto más lejos te vas, más unido estás a tu gente. La comunicación se amplifica y el buen recuerdo y cariño que te queda hace que la relación se vuelva aún más intensa y sensible que cuando estás justo al lado de la esquina. Ojala acabe siendo así.

Lo cierto es que el adiós con los nuestros fue muy duro. Tengo la teoría que cada despedida causa el mismo efecto que fumar un cigarrillo. Cada “adiós” a alguien que realmente quieres supone cinco minutos menos de vida, y si cuando un amigo se va algo se muere en el alma, cuando todos se quedan, se muere el alma entera. Y más después de la cena sorpresa la última noche en Ripoll, que fue una metrallada de emociones que no nos permitió otra opción que dejarnos con la cara boca abierta y desencajada. Pero a toda persona tarde o temprano le llega el momento en el que debe emprender su camino, y ese momento había llegado. El 12 de julio de 2014 era nuestro instante y mientras mirábamos nuestro pueblo por última vez a través del espejo retrovisor de la moto, sabíamos que una senda llena de matorrales y hierbajos secos se abría ante nosotros apuntando a un lejano y atractivo destino: Sydney.

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Un apartado a parte fue dejar mi trabajo. Es una de las decisiones más difíciles que he tomado, pues era el mejor trabajo que he tenido nunca en mi vida. Fue como dejar a una novia que quieres con locura, pero que sabes que no tienes más remedio que dejarlo. Aún recuerdo cómo me iba el corazón antes de entrar en el despacho de mi superiora para decirle la noticia (¡Hola Isabel, no sabes lo que os echaré de menos!). Iba más revolucionado que el motor de Richard esta mañana cuando estaba llegando a Como, Italia. Me da miedo que me ocurra como a Totó, el protagonista de “Cinema Paradiso”, que nunca más volvió a encontrar una chica como su primer amor. Pero no había otro remedio. Lore y yo estábamos convencidos que aunque todo se vea mejor en nuestra imaginación, debíamos realizar este sueño costara lo que costara. Y para realizar algunos sueños, uno debe salir de su zona de confort. No había más remedio. Además, nos habíamos prometido que no podíamos roncar ni soñar al mismo tiempo. Primero una cosa, y luego la otra. Y como ninguno de los dos ronca (a mi me operaron de apnea hace años y me extirparon la famosa “campanilla” para respirar mejor, y en todo caso, si alguna vez ronco un poco es porque sueño con motos) corregimos la frase y acordamos que no podíamos dormir ni soñar a unísono.

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Este proyecto se trata de sueños. El nuestro es ir en moto de Barcelona a Sydney, pero, ¿y el de los demás? ¿cuál es? ¿cambian los sueños en función de las culturas? En Europa, los deseos acostumbran a estar relacionados con dinero, salud y amor. Pero, ¿y en Irán? ¿y en Nepal? ¿Son los mismos los sueños de esta gente? Nos gustaría que este viaje nos resolviera este enigma. Y como no cuesta nada preguntarlo, intentaremos que toda la gente que vayamos encontrando nos lo cuente. Además, tenerlo que preguntar nos obligará a contactar con la gente, algo que en ciertos momentos quizás de cierta pereza. Tú también estás invitado. Queremos que esta aventura sea como un libro en blanco que vayamos escribiendo entre todas las personas que les guste este proyecto. Te animamos a enviarnos un mail y a escribirnos unas líneas. Si quieres formar parte de nuestro libro de sueños, las esperamos, porque seguro que tienes cosas interesantes que contar y compartir. Y si con este proyecto logramos estimular a que una persona se decida a realizar su sueño, nosotros nos daremos por satisfecho.

Y si no tienes, búscalos. Porque seguro que cuando estás despierto, los puedes recordar. A no ser que vivas en Kalachi, el pueblo que sufre el «virus» del sueño. Si resides en esta aldea de Kazajistán puede ocurrirte lo que le pasa a la la mayoría de sus vecinos, que a menudo se quedan dormidos en un sueño tan profundo que puede prolongarse hasta los siete días y que, al despertar, sufren mareos, fatiga y aseguran no recordar nada. Y aunque los expertos han estudiado a fondo este caso, no han encontrado explicación a este extraño suceso. Por este motivo, si vives aquí, entenderemos perfectamente que no nos cuentes tu mayor anhelo.

Soñar es gratis. Sin embargo, dependiendo del tipo de sueño, hacerlo realidad puede costar un poco económicamente. Como el nuestro no es barato precisamente, primero nos vendimos la mayoría de nuestras posesiones. Nos desprendimos de los televisores, las bicis, algunos muebles y hasta de la rumba, esa aspiradora que parece un perro moviéndose por el piso. En este proceso aprendimos que, en ocasiones, para tenerlo todo, primero tienes que desprenderte de todo hasta quedarte sin nada. Y cuando el piso quedó casi vacío, el segundo paso fue llamar a un montón de puertas para comprobar si al otro lado se entusiasmaban tanto por la aventura como nosotros. Sin exagerar, hemos enviado más de 150 dossiers explicando el proyecto. Hasta propusimos a una empresa de pizzas para llevar pintar la moto con su imagen corporativa por si querían que lleváramos una “4 estaciones” de Barcelona a Sydney. Va a ser que no. Seguro que habría llegado fría, pero fijo que habría quedado un vídeo acojonante. Pero sí ha habido suerte con algunas empresas, como Dynamic Line, que nos ha cedido todo el equipamiento, Foto24, que nos ha cedido todo el material audiovisual, y Go Study Australia y Asian Pacific International College. Desde estas líneas queremos darles las gracias, a ellos y a los colaboradores. Sin ellos, este sueño seguiría siendo un sueño que nos seguiría quitando el sueño por la noche y que no habría visto nunca la luz. Cierto es que tenemos el dinero suficiente como para cumplir este sueño y dejar de trabajar y vivir cómodamente por el resto de nuestras vidas, pero solo suponiendo que nos muriéramos en unas semanas. Sin la ayuda de toda esta gente, no llegaríamos muy lejos. Quizás, como máximo, a Eslovenia.

Y hablando de morir, no sé quien decía que si quieres vivir, debes empezar por asistir primero a tu propio funeral. El sábado 12 de julio, Lore y yo asistimos al nuestro en vida. A partir de ese día, tanto en su cerebro como en el mío entró un diminuto, simpático, elegante y educado hombre de la limpieza llamado Randall Stevens con un trapo, una escoba y una fregona dispuesto a eliminar toda la mierda que hemos ido almacenando durante toda nuestra vida. ¡Lo que va a sudar el pobre hombre! Primero hará la prueba del algodón para comprobar qué rincón está más sucio y después lo fregará todo a fondo. Y tengo la esperanza de que el Señor Stevens realizará tan bien su cometido que al final de nuestro trayecto, cuando lleguemos a Sydney, ahí dentro solo quedará lo más básico, simple y hermoso. Todas las bolsitas de basura habrán quedado esparcidas por el trayecto al igual que hacía Hansel y Gretel con sus migas de pan, que en su caso utilizaban para saber volver a casa.

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Por otro lado, y reiterando en la oscuridad de la defunción, los sueños solo mueren si muere el soñador. A partir de este instante, tanto nuestro sueño como nosotros hemos entrado en un estado crítico. Nosotros mutaremos gracias al Señor Stevens y nuestro sueño se irá transformando día a día en una realidad que acabará en recuerdo.

Hoy, Lore y yo empezamos a morir. Espero que podamos descansar paz.

*Soñar es gratis, pero para realizar algunos, necesitas ayuda. Este trocito de sueño ha cobrado vida gracias a APIC – Asia Pacific International CollegeGo Study Australiafoto24 Dynamic Line, gracias a nuestros colaboradores, y sobretodo gracias a ti. Y no lo olvides: Si puedes soñarlo, puedes hacerlo.

CURIOSIDAD:

130.000 sueños en una vida.Las personas se pasan una tercera parte de su vida durmiendo. El descanso es tan necesario para el ser humano como ingerir alimentos o respirar. Haciendo unos cálculos rápidos una persona con 70 primaveras a sus espaldas habrá pasado más de 20 años durmiendo, de los cuales unos 5 ó 6 habrán sido en la fase MOR del sueño –fase en la que se producen las ensoñaciones– y habrá tenido 130.000 sueños.

CONTACTO ÚTIL.

Para realizar un viaje con moto como este, es obligatorio obtener el «Carnet du passage«, un carnet que te permite importar temporalmente tu vehículo sin tener que depositar un aval bancario en cada una de las fronteras. Básicamente es una garantía internacional por el total de los aranceles, en caso de que la moto no sea re-exportada de vuelta al país de origen.

En España solo hay una entidad que lo entrega, y es el RACE (Real Automóvil Club de España), que tiene oficinas por todo el país.

DEDICACIÓN:

En muy contadas ocasiones te encuentras a personas que cambian tu vida para siempre. Con los años, las vas acumulando hasta que un día caben en una mesa alargada para celebrar una cena. Algunos hace más de treinta años que están a tu lado, y otros no hace tanto tiempo, pero los suficientes como para conocer su valúa como amigos. Nuestros últimos momentos en Ripoll estuvimos con muchos de ellos y nos prepararon una fiesta final con una bomba de emociones que nos explotó en la cara y que nos ha marcado con mil cicatrices que nunca olvidaremos. A todos los que vimos los dos últimos días, deciros que las lágrimas no nos dejaron leer ni ver los proyectos que preparasteis, pero nunca evitarán que no podamos leer los recuerdos que tenemos juntos y que morirán con nosotros.

INSPIRACIÓN: «NO TE RINDAS»

No te rindas, aun estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.

MARIO BENEDETTI.

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